miércoles, 10 de julio de 2013

"Atando cabos" (2007) por María Carolina Baulo sobre la obra de María Rosa Andreotti

Cuando uno piensa en una trama, casi automáticamente piensa en aquello que está de alguna manera relacionado, entretejido; palabras que nos remiten a unidades, a un todo armónico sin perder por ello la importancia de los factores individuales. Es que sin las individualidades y su peso como tales, sin los hilos que tejen esas tramas y que parecen perderse en semejantes texturas, ese todo armónico no existiría. Una situación análoga se da en el entramado social, en la vida: basta tensar uno de los extremos para que se violente la trama y nos enfrentemos con posibilidades desconocidas y posiblemente incontrolables. Cuando los hilos que se entrelazan para formar una obra (o una sociedad) son manipulados, indefectiblemente se forma o bien una estructura que cobija con calidez, o bien puede convertirse en una telaraña confusa que nos precipita al desconcierto.


Esto es algo que Maria Rosa Andreotti comprendió muy bien toda su vida. Desde chica, la artista oriunda de La Pampa, descubrió el maravilloso mundo habitado por bordadores, tejedores y sastres; mundo que albergaba cantidades de objetos que ella misma fue seleccionando y apropiándose de aquellos que la cautivaban para formar una colección absolutamente personal y auto referencial. Objetos variados y telas que en primera instancia no eran más que trapos o retazos desechados por fallas. Jerseys, lycras, tricots, pasaron a ser sus aliados a la hora de expresarse como artista y como persona (si es que tal diferenciación existe). Objetos y materiales de alma noble, sencillos, pero con la particularidad de conservar la esencia y la memoria de aquello que ya había sido olvidado y se nos presentaba como una ausencia.

Maria Rosa trabajó a contrapelo, “des-tramando” aquellas construcciones de sentido para comenzar un viaje de exploración a través de la historia que escondían esos hilos. Realizó entonces un camino retrospectivo que la comunicaría con aquel relato primigenio que sustentaba, desde lo oculto, todo lo visible.

La problemática de la memoria es central en la producción de la artista. Conservar, buscar, reconstruir, recuperar, recordar. Un kit de palabras intensas que se relacionan con el pasado pero hacen eco en un presente al que ella le hace honor. Los objetos así como los hilos, verdaderas arterias y vasos comunicantes, son cruciales desde lo formal y desde lo social. En esa búsqueda constante, en esa comunicación permanente con las huellas que dejaron las ausencias, los objetos juegan como testigos y representantes materiales. La artista se vale de ellos para expresarse y no se limita a la hora de explorar con materiales variados. Experimenta con los dibujos, la pintura, las instalaciones, se nutre de la literatura, el cine y va siempre acompañada de su fiel amiga, la cámara de fotos; cámara testigo de aquella búsqueda que María Rosa se puso como norte y permite que la guíe.

Sin embargo, la presencia de las fibras y la sensualidad de sus texturas combinada con los volúmenes, se llevan el rol principal en su escenario. Lo textil es su gran debilidad. Trabaja pensando en los cuerpos, las identidades, los espacios, la violencia. Temas que nos comprometen a todos como personas. Los textiles la conmueven porque son socios de nuestros cuerpos: no solamente nos dan abrigo, nos acarician, nos contienen, sino que también se alteran y cambian tal como nosotros mismos; transmiten nuestros humores, se gastan, se estropean, los aprendemos a amar y otras veces aprendemos a dejarlos de lado. Pero aquello que más la moviliza, es que así como la cámara registra cual testigo, así como los objetos invocan y conservan el recuerdo, y así como los hilos unen o enredan, los cuerpos tal como los textiles, registran una memoria del uso: son un verdadero documento de identidad.

María Rosa se aleja de las imposiciones y deja que la obra se exprese en formas diversas. Puede partir de una idea preconcebida y terminar en puertos impensados (series “La Corporación”, “La receta”); puede explorar terrenos conceptuales (series “Centenario”, “Deslustre de la platería del casamiento”, “Uno de treinta mil”); o simplemente dejar que sea la obra la que marque el camino (serie “Destramados”). Dialéctica pura entre la artista, la obra y el espectador; un espectador que no queda nunca de lado sino que es invitado a participar y reflexionar.

Las obras de María Rosa Andreotti tienen todas un génesis distinto, aun así, pueden convivir y relacionarse. La artista nos plantea, y se plantea a cada paso, abrir espacios, acercar las diferencias, unir, vincular, aunque para ello muchas veces sea necesario desarticular, desarmar, descomponer, para descubrir la matriz que da el fundamento a su existencia. Y una vez allí, una vez que se conoce la raíz (por cruel que sea la forma en que se nos presente), únicamente desde ese lugar de plena conciencia de identidad, pertenencia y responsabilidad frente a nuestra realidad, es que se puede empezar a asociar, remendar, comunicar, entretejer y atar los cabos.



María Carolina Baulo

http://atandocabosandreotti.blogspot.com.ar/

Juan Carlos Romero sobre la muestra IMPREVISIBLES (2005), Galería Caja de Arte

A la manera del Tao se podría decir que los artistas necesitan tanto de lo previsible como de lo imprevisto. Algunas herramientas de trabajo están construidas a partir de la experiencia y seguramente van a dar resultados que se acercan bastante a lo conocido, casi sin sorpresas. Pero si se usan los elementos en forma aleatoria, sin tener en cuenta ningún código de procedimiento y a través del azar y el accidente, los trabajos se irán internando en mundos desconocidos y misteriosamente poéticos. Y es allí donde no se respeta ninguna esencia de las cosas y contraviniendo todo dogma, el artista ingresa en un espacio lleno de sutilezas que van a alterar el valor de lo conocido.

Indefinición, imprecisión, profundidad y oscuridad son las cualidades que se presentan en los trabajos de Maria Rosa Andreotti. Observando cada uno de ellos, mas allá de los soportes que pueden ser papel o textil, se irán descubriendo nuevos territorios que auguran la presencia de otras esencias de las cuales se va a extraer que siempre serán espacios del vacío. Allí, en ese mismo lugar, está su valor original.

miércoles, 13 de julio de 2011

Juan Carlos Romero MEMORIA Y AUSENCIA (2011)

Muestra realizada en el Museo de Arte y Memoria de La Plata - 8/7/2011 al 8/9/2011
con curaduría de Juan Carlos Romero.


Entre la memoria social y memoria individual. A esta última se la puede definir como un acto donde cada uno cuenta la vida hacia atrás y es como una película que se proyecta en sentido contrario. A cada instante la película se detiene para que la memoria haga un esfuerzo y trate de armar los fragmentos de ese ominoso pasado.
Entonces el dolor y la angustia se hacen presentes obligando al cuerpo a soltar las emociones. El pasado cuele. El pasado duele desde las más íntimas fibras y la memoria se encarga de producir el recuerdo. La memoria es un acontecimiento que lleva a revivir el pasado desde donde quedó congelado en cada uno en su devenir. En cada circunstancia la memoria se evidencia en lugares, acciones, cosas, vestidos, gestos, papeles y otras referencias que acercan desde los recuerdos a los seres queridos desaparecidos o muertos. Así, cada historia personal se hace presente con toda la fuerza.
En esta oportunidad, cuatro artistas: María Rosa Andreotti, Oscar Elissamburu, Nélida Valdés y Javier del Olmo, son los que encaran la memoria con diversas visiones y acciones que cuentan desde la ausencia y del dolor de la pérdida.
Los tres primeros narran acerca de los destinos de los desaparecidos durante la última dictadura y el otro, Javier del Olmo, nos pone frente a las secuelas de los castigos a los partícipes de las aberraciones en los lugares de tortura y sus trágicas consecuencias: la desaparición de Julio López, principal testigo de la condena de Miguel Etchecolatz en la ciudad de La Plata. La pregunta ¿dónde está Julio López? es una letanía convocante.
María Rosa Andreotti dibuja la imagen de su hermano desaparecido con los números que van desde el 1 hasta el 30.000, un esfuerzo emotivo y un señalamiento que describe a los desaparecidos en su conjunto.
Nélida Valdés metaforiza los desaparecidos con extraños e inquietantes bultos que exigen de cada uno una reflexión acerca de la tortura y destrucción de los cuerpos.
Oscar Elissamburu lleva a los espectadores a los rastros que quedan en el piso en los lugares donde quedaron marcas de los secretos de los torturadores, ya ahora puestos en cuestión y otros donde la ausencia genera una fuerte contradicción convocando a las presencias.
Memoria y ausencia sólo pueden ser nombradas cuando se les exige que comparezcan unidas en las vidas recuperadas, que renuevan el deseo de que no se repita el trágico pasado.
Juan Carlos Romero, 2011.
texto y fotos en RAMONA: http://www.ramona.org.ar/node/37807
ver vídeo en: https://vimeo.com/26658652

viernes, 31 de julio de 2009

Mercedes Casanegra, "Signos de compasión en el arte argentino contemporáneo"*

publicado en REVISTA CRITERIO Nº 2267

Una de las características de la producción artística contemporánea proveniente del campo de las artes visuales es su extenso pluralismo en lo que hace a tendencias, medios, nuevos lenguajes. Desde los años 50 y 60 hasta el presente las categorías tradicionales de pintura y escultura comenzaron a abrirse dando lugar tanto a un cruce como a una sumatoria. A las ya nombradas se agregaron el happening, el body art, el arte conceptual, el land art, el arte ecológico, las performances, y como nuevos medios la fotografía y el videoarte, entre otros.

El arte permite hoy expresar infinitos contenidos a través de infinitas formas. También se hace necesario tener en cuenta que otro rasgo típico del arte del siglo XX fue la inclinación a cerrarse dentro de sus propios códigos y formular allí las respuestas correspondientes. A menudo eso trajo como consecuencia el aparente alejamiento tanto de la realidad circundante como de la vida en su transcurso cotidiano.

Una anécdota, ocurrida en un centro cultural de Buenos Aires durante los años 90, permite corroborar lo dicho. Un artista de la joven generación que participaba de una mesa redonda expresó: “No me importa nada más que lo que sucede a un metro de mí”. Además de demostrar su desinterés por la realidad, daba cuenta de un rasgo frecuente de la época: el exacerbado subjetivismo. En esa década y en concordancia con la citada postura, se hablaba de algunas manifestaciones como “arte Light”. Sin embargo, en esos años surgieron también algunos artistas que tenían una postura diversa: trabajaban con elementos de la realidad concreta y los hacían intervenir en el juego estético. Se trataba de “arte comprometido” vs. “arte light”.

Frente a los rasgos de la realidad político-socio-económica ya integrados al paisaje de nuestra época, parece plantearse, desde el campo estético, un equilibrio imaginario. Aunque, dada su evidencia, sería casi innecesario nombrar esas características, citaré algunas: lectura del acontecer a través de una única lente económica, decadencia de la política, desequilibrio representativo en las llamadas democracias, pobreza, hambre… Un recorrido sinuoso de búsqueda permite encontrar artistas cuyas obras contienen, sin ceñirse a tendencias, gestos reparadores frente a esos signos que atentan contra el bien de todos; además, toman elementos de esa misma realidad en cuestión como parte constitutiva de sus obras. Esta tendencia se ha ido ensanchando en los últimos años. Algunos de sus artistas son: Nora Correas, Rosana Fuertes, Daniel Ontiveros, Cristina Piffer, Raúl Flores, entre otros.

Aquí nos referiremos a María Rosa Andreotti, quien acaba de obtener el Gran Premio del Salón Nacional 2001 en la disciplina arte textil, y a Fabiana Barreda, quien realizó exposiciones en la sede de la Universidad de Nueva York en Buenos Aires y en la Galería Gara, esta última con el título ”Ilusión de Hogar”.

Dos gestos

María Rosa Andreotti presentó la obra titulada “Sweet dreams” para concursar en el Salón Nacional. Se trató de un cobertor, realizado con reminiscencias de “quilt” americano. Sobre una tela lisa “cuerpo principal” aplicó con técnica de “patchwork” recuadros realizados con trozos de tela serigrafiados. La imagen trasladada eran fragmentos de una fotografía tomada por la misma artista entre febrero y marzo de 2001 a una mujer “sin techo” que diariamente dormía en un umbral, puerta de por medio con su propia casa. Una de las particularidades de la situación presentada en la imagen era la cuidada elección de la mujer “sin techo” de un detalle de su indumentaria: unas medias de lycra color turquesa. Otra imagen mostraba el umbral cerrado por una reja, puesta a pedido de los vecinos para impedir la estada nocturna de la mujer. El cobertor de María Rosa Andreotti, acompañado de las fotografías, obtuvo el Gran Premio del Salón Nacional.

Fabiana Barreda durante la inauguración de una exposición de fotografías de su “Proyecto Habitat” en el hall de la sede de la Universidad de Nueva York preparó una performance. Un grupo de personas vestidas con polar de color rosa-fucsia con platos en la mano repartían masitas dulces realizadas especialmente para la ocasión. Éstas tenían forma de casita, con reminiscencias de dibujo infantil, con fondant rosa en el frente y en letras verdes transversales se leía la palabra “hogar”. Los performers distribuían las masitas entre la concurrencia preguntando: “¿Cuál es tu ilusión de hogar?”. Cada concurrente respondía antes de comer. Es expresa la analogía con la distribución ceremonial del sacramento de la comunión católica.

En la Galería Gara, Barreda presentó una exhibición de casitas realizadas en azúcar similares a las que se utilizan como ornamento en tortas de cumpleaños, entre otras celebraciones. Había también una maqueta del Cabildo y de la Casa de Tucumán, esta última simbólicamente rota en un costado.

Marcos históricos y marcos teóricos

En estas obras se pone de relieve el gesto que las respalda al mismo tiempo que se cuestiona un paradigma propio de la estética de la modernidad, según la crítica neoyorkina Suzi Gablik. Nos referimos a la “ontología de la objetificación, de la permanencia y del entorno al ego”1. De acuerdo tanto a la teoría de la recepción (Jauss) como a la hermenéutica contemporánea, citada por Gianni Vattimo como la koiné de nuestra época, surge un denominador común en el acto de interpretación de obras como éstas. Ese denominador innombrado pero presente es el término compasión. En este caso hemos tomado el término del paradigma holográfico del físico inglés David Bohm, cuya teoría sobre el universo sirve de premisa de analogía con la relación natural entre los seres humanos. “Compasión es sentir juntos”, ha definido Bohm. De manera paralela Gablik ha propuesto como respuesta al moderno concepto de arte por el arte, el arte como acción compasiva o estética conectiva. En el citado cambio de paradigmas se privilegian los principios activos, tanto la operación estética del artista, más que la obra ensimismada, y su contrapartida en el espectador que genera una reflexión, también activa. Este acercamiento entre términos conlleva también un paralelismo de significación. El hecho estético al convertirse en principio activo, agregado en estos casos a la intencionalidad particular de los gestos de las artistas, se asimila a la acción, piedra fundamental de toda ética. Ética y estética quedan así enlazadas en una misma dirección.
* Lic. en Historia del Arte y miembro de la Asociación Argentina de Críticos de Arte

jueves, 5 de febrero de 2009

2004 - Ragna Sigurdardóttir sobre la obra de María Rosa Andreotti "S/T [77]" expuesta en TEXTILE ART 2004 en el Museo de Arte - Reykjavik. Islandia,

"The preservation, the individual, and stone-cold reality are painfully prominent in the works of Maria Rosa Andreotti, where the body, time, and memory play key-roles, but simultaneously her works invoke reflections on cruelty, and the destruction caused by war and devastation".

Ragna Sigurdardóttir, catálogo de la exposición. Reykjavik Art Museum, Reykjavik, Islandia, 2004.

2006 - Ana Lozano sobre la muestra de Maria Rosa Andreotti "Qué pasa si...?" en FM La Tribu, 2006

"destr-amar"
conservación
multiplicación
crecimiento
la trama de un paisaje
hilos
tensiones
cruces
enlaces
recuerdos sostenidos, ligados
un paisaje tejido en el tiempo
como un telón que proyecta y oculta
detenerse
detenerse en lugares elegidos
vividos
en sus mezclas y combinaciones
detenerse
hoy en antes
en lo liso
destramar
buscar
tirar del hilo
abrir las mezclas entrelazadas
ablandándolas y dándoles cuerpo."

Ana Lozano, Buenos Aires, agosto de 2006.